- guillermo guimaraens, arquitecto -

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I N T E N C I O N E S

«Uno debe desembarazarse del viejo topos platónico del amor, entendido como Eros que se eleva, gradualmente, desde el amor por un individuo particular al amor por la belleza del cuerpo humano en general; de este último pasa al amor por la forma bella como tal hasta llegar al amor por el Bien supremo, que está más allá de las formas: el verdadero amor es precisamente el movimiento opuesto de renegar de la promesa de eternidad misma a favor de un individuo imperfecto.»

Slavoj Žižek (ŽIŽEC, Slavoj. El títere y el enano. El núcleo perverso del cristianismo. Paidós. Buenos Aires 2005. pp. 21-22)

No sabemos si nos encontramos ante una novela de intriga, una colección epistolar, un compendio de citas… Más bien podríamos hablar de una construcción psicológica que aspira a ahondar en el conocimiento de un personaje. Y lo vamos a hacer a través de un narrador anónimo, externo al relato, a través de la voz de un amigo, de la voz de su amada, y, como no, de la acción del propio protagonista, con sus propias palabras, sus lecturas, sus dibujos, sus melodías… Sí, porque en un momento de la narración, el protagonista salta a un primer plano, los narradores secundarios desaparecen hasta el final, y es el reto del lector ordenar todo un compendio de datos. Así pues, el lector es convertido en un personaje más, que asume un papel parecido al del amigo, obligado a deducir el desenlace a partir de un conjunto de datos inconexos, que sólo conservan como hilo conductor un orden temporal, con todas las lagunas que ofrecería una situación parecida si fuese real. Si el lector no interpreta, no podrá escapar de la duda.

Latente en todo el momento de la narración estará la intriga por conocer las causas que conducen a un trágico destino humano, conocido por el lector desde el inicio de la lectura. Pero no se trata de conocer únicamente el por qué, sino de contemplar el día a día de las obsesiones de un alma, que podría ser la del lector mismo, y, en torno a ella, un debate que trata de recuperar la esperanza por un concepto de Amor que el mundo actual parece haber defenestrado.

En ningún momento puede traducirse este ejercicio como un trabajo autobiográfico del autor. Si bien se hace referencia a acontecimientos contemporáneos, perfectamente localizables en el tiempo, se respetan las fechas, omitiendo los años, para preservar la sorpresa, o permitir alguna licencia creativa sin eludir un discurso crítico que conduzca a la reflexión.

No obstante, todo gira en torno a una historia de amor, una obsesión que, registrada pormenorizadamente, día a día, podría acabar engullendo todo, como suele suceder en algunos casos reales.

Al mismo tiempo, el hombre solitario, marcado por la obsesión, y al que analizamos psicológicamente, nos demuestra cómo sus actos están condicionados por su contexto. El conjunto de lecturas que realiza en el transcurrir de la acción, se ve reflejado en los fragmentos que retiene en su mente, unos fragmentos que salpican la narración y que reinterpretan aquello que sus autores originales pretendieron, para integrar también, junto a los acontecimientos reales, la visión trágica de su vida que, a fin de cuentas, no es más que una vida anodina como la de cualquier ciudadano medio de un país del Primer Mundo; una vida que se tinta de ficción trágica cuando se interioriza por parte del individuo hasta convertirse en una obsesión destructiva. Conforme el personaje se encierra en si mismo, el mundo de sus ficciones literarias se introduce con mayor intensidad en su realidad.

Como ya se ha insistido, resulta fundamental una actitud interpretativa por parte del lector. Así, la narración arrancará con una presentación convencional del personaje, mientras sea el narrador externo el que la aborde; una presentación que se hará subjetiva cuando entre en acción un segundo narrador: el amigo.

La amada participará también de la narración, sin monopolizarla, pues se trata de estudiar al protagonista masculino. Pero resulta trascendental para el lector conocer matices del personaje femenino que facilitan la comprensión de la “vacuidad” del sentimiento amoroso si éste se estructura en un  triángulo humano.

Cuando el protagonista salta a escena, a través de sus escritos inconexos, un par de historias gráficas, un manifiesto arquitectónico y una composición musical, el lector tiene ya algunas pistas para diseccionarlo.

El desenlace, si se produce, sólo llegará al final, y se efectúa del mismo modo que se ha presentado. Por ello se requiere de dos epílogos, pues, cuando el protagonista sale del escenario, deben aparecer los narradores que iniciaron la trama para cerrar el círculo.


- guillermo guimaraens, arquitecto -